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Yo de mayor

Últimamente conozco a mucha gente de la que pienso “Jo, yo de mayor quiero ser así”.

De hecho, la clase de gente a la que deberías parecerte está por todas partes. De todo el mundo se puede aprender. Simplemente en unos casos se nos hace más obvio que en otros.

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Yo me marcho de Lituania en un mes. Me traje una maleta gigantesca a principio de curso y luego otra no-tan-ciclópea después de navidades. Y aquí… Aquí he comprado de todo: material de oficina, útiles de cocina, ropa, libros, regalos… Además, estando aquí me han regalado un pez y un conejo de peluche y unos muñecos de plástico de Batman y Campanilla. Vamos, que así a lo tonto me he juntado con una cantidad ingente de cosas.

¿Qué voy a hacer con ellas? Buena pregunta. Algunas las he tirado, otras las tiraré. Algunas las he regalado y otras aún están por regalar (esto me hace mucha ilusión, dar cosas a la gente…). Tengo ropa que se ha ido a Caritas, pero en general, la mayor parte de la ropa volverá a Valladolid en dos paquetes que mandaré un día de estos.

Pero las tazas… AY MADRE. Qué tazas más bonitas he tenido aquí. Entre compradas y regaladas, me he juntado con 5, y me da mucha pena deshacerme de ellas. También me compré un flexo, para estudiar por las noches sin molestar a mis compañeros de habitación. Y el flexo, las tazas, y otros utensilios de cocina… Esos no se van a venir.

A veces hay que tomar decisiones. Al fin y al cabo son sólo tazas. ¿Por qué pienso ahora que poseerlas me dará tanta felicidad que merecería hacer un tercer paquete para Valladolid? En Valladolid ya no caben más tazas en casa…

Joder, son putas cosas. COSAS. Ni siquiera son libros, que uno pueda leer una segunda vez. Y aún tratándose de libros… Realmente ¿cuántos libros de los que atesoramos con tanto celo hemos releído? ¿Cuántos volvemos a consultar? Si ya está todo en Internet.

Me vuelvo a Valladolid y tengo que tener la mente fría y mirar las cosas con perspectiva. Este catálogo de Lego en lituano ahora me parece la octava maravilla pero, seamos claros, es basura. Tengo que entender que un abrigo que está en buenas condiciones sí me será útil, pero cinco pares de calcetines con tomates remendados veinte veces, por muy bonitos que sean, no merece la pena llevarlos de vuelta.

Ahora todo está lleno de recuerdos. Todo tiene un valor emocional elevadísimo y no quiero deshacerme de nada. ¿Por qué somos así las personas?

Cuando vine a Lituania, viajé sólo con una mochila, en la que llevaba lo básico: la bolsa de aseo, el ordenador, el pijama, tres camisetas y tres mudas.

El resto venía en el maletoncio gigante que, para no facturarlo dos veces, mandamos por una empresa. En la empresa eran un poco julays y mis cosas tardaron un mes en llegarme.

No pasó nada. No noté la diferencia. Tal vez tenía que lavar la ropa un poco más a menudo, pero eso hacía el trámite mucho más liviano.

Joder, seguro que has oído un millón de veces aquello de que las cosas nos atan, de que la felicidad no está en lo material… Pero, ¿cuántas veces en la vida podemos experimentarlo realmente? Yo lo he experimentado un poco y os juro que es verdad.

Y soy la peor persona para decirlo, porque soy coleccionista, y eso es guardar, atesorar, acaparar. Justo lo contrario de lo que estoy predicando. Colecciono libros de Isaac Asimov en distintos idiomas, colecciono videoconsolas antiguas, atesoro libros, discos y películas… Y no me gustaría pensar en deshacerme de todo eso.

Pero tal vez tenga que hacerlo algún día. Tal vez sea porque he madurado (poco probable) o porque necesito dinero (más probable).

Y llevaba unos días viendo a mi amiga @SnowFey poniendo anuncios en Twitter, diciendo que vendía esta o aquella cosa para sacarse unas perrillas para pagarse la matrícula de la universidad del año que viene. Un disco de Mónica Naranjo, fue lo primero que vi.

Y, coño, es que es un puto disco. Puedes escuchar las canciones por Internet, pero la carrera no te la puedes descargar, ni sacar de la biblioteca, ni le puedes pedir prestado el título a un amigo…

Mis decisiones están siendo mariconadas comparadas con eso. Yo decido si la taza verde se queda o se viene. @SnowFey se está jugando lo que hará durante todo un año de su vida. Ahí es na.

Y aquí es donde entra otro tuitero. Aprovecho para añadir que yo a toda esta gente no la conozco de nada… de nada más que de tuitear juntos durante un par de años. Pero como decía, llega @SithDown, quien, tomando un idea (dicha medio en broma) de @Doble_Malta, se lanza y crea la página web Matriculemos a @SnowFey.

En esta página puedes comprar todas las cosas que Snow está vendiendo, pero también puedes donar dinero desinteresadamente – o interesadamente si tienes interés en que Snow se matricule en Periodismo, como es mi caso.

Al principio yo no creía que fuera a funcionar, pero @SnowFey es una persona muy querida en las redes sociales. Hace unos chistes muy divertidos en Twitter, comenta cosas muy amorosas en Facebook y se ríe de cualquier tema en su blos. Pero lo hace todo con tanta naturalidad que te parece que la conoces, que es una personita real… Y al final, resulta que la gente, la gente que no te conoce de nada, puede dar la cara. Eso me ha devuelto mucha fe en el mundo.

Ya va por la mitad de su meta y sería genial que la lograse. No sólo por ella, sino por el mundo en el que vivimos.

Yo de mayor quiero ser tan buena gente como @SithDown, o tan querido como @SnowFey, o tan divertido y sabio como @Eriborn (si, de éste no he hablado hasta ahora, pero es que estoy enganchado a su canal filológico de YouTube).

Yo de mayor quiero ser como tú, que has llegado hasta el final del post y estás planteándote meter un pequeño donativo en Matriculemos a @SnowFey.

Yo de mayor quiero ser todos vosotros.

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Series de cabecera. Parte 2: Dramas. (feat. @SnowFey)

Si en la entrega anterior veíamos cómo las comedias tendían a reducir la duración de sus cabeceras, en los dramas podemos decir que se mantiene una duración larga, ¿por qué? Tal vez porque definir el tono es mucho más importante y a los productores no les importa invertir más de un minuto en delicadas piezas audiovisuales que da la entrada a la narración.

Y como no podía ser de otra manera, empezamos con la cabecera de “Juego de Tronos“. La primera vez que la vi no me emocionó demasiado, pero según la vas entendiendo, vas apreciando su grandeza. De las tres características básicas que debía cumplir una cabecera (recordemos: explicar la historia, presentar personajes y definir el tono) los openings de dramas suelen dar prioridad a la función del tono. Lo importante no es que el espectador vea de qué va el producto, lo importante es que el espectador quiera ese producto, así que lo que venden las cabeceras son principios estéticos, casi podríamos decir principios culturales, que el público objetivo ya ha asimilado previamente.

En la cabecera de “Juego de Tronos”, además, podemos hablar de una función poco usual: presentar la geografía. Los libros de George R. R. Martin traen mapas en las primeras páginas para que el lector no se pierda, así que al convertir su narración en una serie, había que darle al espectador un par de lecciones de geografía ponientina. En cada capítulo vemos cómo la cámara se desplaza sobre una maqueta del mundo mostrándonos la ubicación de los lugares donde se va a desarrollar la acción, lo cual significa que, dependiendo de los escenarios, la cabecera irá cambiando a lo largo de la serie.

Pero esta gran cabecera también nos explica la historia, sí, sí, de manera muy sutil en los anillos que giran en torno al sol. De los personajes no dice mucho: se limita a poner el blasón de cada casa al lado del nombre del actor que interpreta al personaje. Pero en cuanto a definir el tono, muy pocas referencias culturales tiene que tener alguien para que, al verla, no se imagine de qué va.

Pero la cabecera cambiante la podemos ver en otras series. Y no hablo de diseñar una cabecera nueva para una nueva temporada, hablo de cabeceras adaptadas a capítulos. Dejando de lado los casos de los Simpson, Futurama o Pepper Ann (de las que hablaremos en una posible entrega sobre cabeceras animadas), cabe destacar estos casos:

Ésta es la cabecera de la última temporada de “Expediente X” (la original original no me deja incrustarla), pero vemos cómo presenta el tono (muy bien) y a los personajes (divinamente también), aunque de la historia no dice mucho. Lo importante es que esta cabecera, tanto en su versión original como en las revisiones de las últimas temporadas, siempre acaba con la frase “The truth is out there” (la verdad está ahí fuera). ¿Siempe? ¡No! En algunos capítulos se permiten cambiarla por otros mantras de la serie como “Trust no one” (No confíes en nadie) o “Deny everything” (Niégalo todo).

Hablando de cabeceras cambiantes, a @SnowFey le vinieron a la mente dos: Fringe y Battlestar Galactica. Y yo, que no he visto ninguna, le pedí que participara en el post. Y así lo hizo:

Fringe“, en lo que va de serie, tiene un total de siete cabeceras diferentes. La serie se desarrolla en diferentes “escenarios”, con personajes “diferentes”. Siento ser tan críptica, pero no puedo puedo explicarlo mejor sin arruinarle la serie a quien aún no la haya visto. Cada uno de esos “escenarios” tiene su cabecera:

La cabecera azul: La original, la que vimos durante dos temporadas y pertenece al “escenario” que creíamos que sería el único.

La cabecera roja: Aparece por primera vez en el capítulo 3×01 “Olivia”, en el que se nos revela el otro “escenario” que formará parte de la serie a partir de ahora. Al verla pasamos del desconcierto a maravillarnos por lo chachis que son en Fringe. Yo al menos me quedé catacrocker.

La cabecera retro: Es la del capítulo 2×16 “Peter”. Éste capítulo transcurre en el pasado, cuando a Walter no le gustaba tanto el regaliz, tenía pelazo, y Peter aún era un niño. De ahí el rollo ochentero de la cabecera. Si tuviera que elegir una, esta sería mi intro favorita.

La cabecera mixta: En el capítulo 3×08 “Entrada”, se van alternando escenas de ambos “escenarios”. A partir de aquí, ésta será la cabecera que aparecerá cada vez que esto pase.

La cabecera ámbar: Es la cabecera de la cuarta temporada, que transcurre en un “escenario” totalmente nuevo.

La cabecera negra: Se trata de la intro del capítulo 3×22, que transcurre en el futuro.

La cabecera azul marino: De nuevo otro capítulo que se desarrolla en el futuro, el 4×19.

La cabecera de “Battlestar Galactica” estaría incluida en el grupo de las narrativas. La de la primera temporada sirve como resumen de lo que aconteció en el telefilm que precede a la serie. En las sucesivas temporadas, la intro va cambiando a medida que va avanzando la trama y se va descubriendo nueva información sobre los Cylon. Por ello no es recomendable verlas si aún no has visto la serie, ya que pueden contener spoilers.

Éste otro es el video con las cabeceras de todas las temporadas: . Tiene spoilerazos, obviamente.

Además, en cada capítulo la cabecera termina con una ráfaga de imágenes que aparecerán a lo largo del episodio, por lo que el opening de cada capítulo es único, por decirlo de alguna manera.

Gracias, Snow, qué bonica eres.

La cabecera que más se centra en la función de explicar la historia, sin duda alguna es la de “Star Trek“. Ay, que tiennos los 60. Te lo cuentan todo todo, para que no te extrañes luego viendo a gente rara vestida con faldas muy cortas en una nave muy espacial. Y hasta te lee el título en alto “EESTAR TREK”, por si no sabes leer.

El theremin muy bonito, pero un poco lenta, ¿no? Pues es que no han visto la de Lassie. Pura acción.

Es un plano secuencia, para el que no lo haya notado.

Como vemos, las duraciones se mueven en torno al minuto. Suele ocurrir que si tienes una cabecera bonita, te dejen llenar más tiempo, casi hasta dos, cosa impensable en las cabeceras de sitcoms. Tal vez, simplemente, por la proporción tiempo-de-cabecera/tiempo-de-capítulo. Una cabecera de 2 minutos en un capítulo de 20 es un 10% del tiempo y eso no puede ser, María Teresa.

Hay algunas que son para perderse en ellas, casi videoclips, como la de “True Blood” (1:55 segundos), la de “Dexter” (1:45) o las de “Six Feet Under“, “Los Soprano” o “Boardwalk Empire” (las tres 1:35). En una escala similar de tiempo están “Carnivale” (1:25) o la maravillosa de “United States of Tara” (1:05). Bajando del minuto hay muchas bonitas como las de “Sherlock” (35) “House” (30) o “Skins” (30). Pero también hay series dramáticas con cabeceras brevísimas, es el caso de “Héroes” (11 segundines de nada) y la elegantísima de “El Mentalista” (9, gana por los pelos).

¿Conclusiones?

Las cabeceras son hoy en día más una declaración de principios que una presentación de la serie.

Las cabeceras dramáticas son en general más largas que las cómicas, pues necesitan meter al espectador en harina.

No está todo inventado. Esto puede dar para muucho más.

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