Si en la entrega anterior veíamos cómo las comedias tendían a reducir la duración de sus cabeceras, en los dramas podemos decir que se mantiene una duración larga, ¿por qué? Tal vez porque definir el tono es mucho más importante y a los productores no les importa invertir más de un minuto en delicadas piezas audiovisuales que da la entrada a la narración.
Y como no podía ser de otra manera, empezamos con la cabecera de “Juego de Tronos“. La primera vez que la vi no me emocionó demasiado, pero según la vas entendiendo, vas apreciando su grandeza. De las tres características básicas que debía cumplir una cabecera (recordemos: explicar la historia, presentar personajes y definir el tono) los openings de dramas suelen dar prioridad a la función del tono. Lo importante no es que el espectador vea de qué va el producto, lo importante es que el espectador quiera ese producto, así que lo que venden las cabeceras son principios estéticos, casi podríamos decir principios culturales, que el público objetivo ya ha asimilado previamente.
En la cabecera de “Juego de Tronos”, además, podemos hablar de una función poco usual: presentar la geografía. Los libros de George R. R. Martin traen mapas en las primeras páginas para que el lector no se pierda, así que al convertir su narración en una serie, había que darle al espectador un par de lecciones de geografía ponientina. En cada capítulo vemos cómo la cámara se desplaza sobre una maqueta del mundo mostrándonos la ubicación de los lugares donde se va a desarrollar la acción, lo cual significa que, dependiendo de los escenarios, la cabecera irá cambiando a lo largo de la serie.
Pero esta gran cabecera también nos explica la historia, sí, sí, de manera muy sutil en los anillos que giran en torno al sol. De los personajes no dice mucho: se limita a poner el blasón de cada casa al lado del nombre del actor que interpreta al personaje. Pero en cuanto a definir el tono, muy pocas referencias culturales tiene que tener alguien para que, al verla, no se imagine de qué va.
Pero la cabecera cambiante la podemos ver en otras series. Y no hablo de diseñar una cabecera nueva para una nueva temporada, hablo de cabeceras adaptadas a capítulos. Dejando de lado los casos de los Simpson, Futurama o Pepper Ann (de las que hablaremos en una posible entrega sobre cabeceras animadas), cabe destacar estos casos:
Ésta es la cabecera de la última temporada de “Expediente X” (la original original no me deja incrustarla), pero vemos cómo presenta el tono (muy bien) y a los personajes (divinamente también), aunque de la historia no dice mucho. Lo importante es que esta cabecera, tanto en su versión original como en las revisiones de las últimas temporadas, siempre acaba con la frase “The truth is out there” (la verdad está ahí fuera). ¿Siempe? ¡No! En algunos capítulos se permiten cambiarla por otros mantras de la serie como “Trust no one” (No confíes en nadie) o “Deny everything” (Niégalo todo).
Hablando de cabeceras cambiantes, a @SnowFey le vinieron a la mente dos: Fringe y Battlestar Galactica. Y yo, que no he visto ninguna, le pedí que participara en el post. Y así lo hizo:
“Fringe“, en lo que va de serie, tiene un total de siete cabeceras diferentes. La serie se desarrolla en diferentes “escenarios”, con personajes “diferentes”. Siento ser tan críptica, pero no puedo puedo explicarlo mejor sin arruinarle la serie a quien aún no la haya visto. Cada uno de esos “escenarios” tiene su cabecera:
La cabecera azul: La original, la que vimos durante dos temporadas y pertenece al “escenario” que creíamos que sería el único.
La cabecera roja: Aparece por primera vez en el capítulo 3×01 “Olivia”, en el que se nos revela el otro “escenario” que formará parte de la serie a partir de ahora. Al verla pasamos del desconcierto a maravillarnos por lo chachis que son en Fringe. Yo al menos me quedé catacrocker.
La cabecera retro: Es la del capítulo 2×16 “Peter”. Éste capítulo transcurre en el pasado, cuando a Walter no le gustaba tanto el regaliz, tenía pelazo, y Peter aún era un niño. De ahí el rollo ochentero de la cabecera. Si tuviera que elegir una, esta sería mi intro favorita.
La cabecera mixta: En el capítulo 3×08 “Entrada”, se van alternando escenas de ambos “escenarios”. A partir de aquí, ésta será la cabecera que aparecerá cada vez que esto pase.
La cabecera ámbar: Es la cabecera de la cuarta temporada, que transcurre en un “escenario” totalmente nuevo.
La cabecera negra: Se trata de la intro del capítulo 3×22, que transcurre en el futuro.
La cabecera azul marino: De nuevo otro capítulo que se desarrolla en el futuro, el 4×19.
La cabecera de “Battlestar Galactica” estaría incluida en el grupo de las narrativas. La de la primera temporada sirve como resumen de lo que aconteció en el telefilm que precede a la serie. En las sucesivas temporadas, la intro va cambiando a medida que va avanzando la trama y se va descubriendo nueva información sobre los Cylon. Por ello no es recomendable verlas si aún no has visto la serie, ya que pueden contener spoilers.
Éste otro es el video con las cabeceras de todas las temporadas: . Tiene spoilerazos, obviamente.
Además, en cada capítulo la cabecera termina con una ráfaga de imágenes que aparecerán a lo largo del episodio, por lo que el opening de cada capítulo es único, por decirlo de alguna manera.
Gracias, Snow, qué bonica eres.
La cabecera que más se centra en la función de explicar la historia, sin duda alguna es la de “Star Trek“. Ay, que tiennos los 60. Te lo cuentan todo todo, para que no te extrañes luego viendo a gente rara vestida con faldas muy cortas en una nave muy espacial. Y hasta te lee el título en alto “EESTAR TREK”, por si no sabes leer.
El theremin muy bonito, pero un poco lenta, ¿no? Pues es que no han visto la de Lassie. Pura acción.
Es un plano secuencia, para el que no lo haya notado.
Como vemos, las duraciones se mueven en torno al minuto. Suele ocurrir que si tienes una cabecera bonita, te dejen llenar más tiempo, casi hasta dos, cosa impensable en las cabeceras de sitcoms. Tal vez, simplemente, por la proporción tiempo-de-cabecera/tiempo-de-capítulo. Una cabecera de 2 minutos en un capítulo de 20 es un 10% del tiempo y eso no puede ser, María Teresa.
Hay algunas que son para perderse en ellas, casi videoclips, como la de “True Blood” (1:55 segundos), la de “Dexter” (1:45) o las de “Six Feet Under“, “Los Soprano” o “Boardwalk Empire” (las tres 1:35). En una escala similar de tiempo están “Carnivale” (1:25) o la maravillosa de “United States of Tara” (1:05). Bajando del minuto hay muchas bonitas como las de “Sherlock” (35) “House” (30) o “Skins” (30). Pero también hay series dramáticas con cabeceras brevísimas, es el caso de “Héroes” (11 segundines de nada) y la elegantísima de “El Mentalista” (9, gana por los pelos).
¿Conclusiones?
Las cabeceras son hoy en día más una declaración de principios que una presentación de la serie.
Las cabeceras dramáticas son en general más largas que las cómicas, pues necesitan meter al espectador en harina.
No está todo inventado. Esto puede dar para muucho más.